Postales Olvidadas

ADRA
CAPITULO 6 | Paraguay

Todas las aguas

En el Gran Chaco paraguayo la sombra del hambre amenaza y se empecina con los niños: se estima que la desnutrición crónica afecta al 40% de los menores de cinco años. La situación es aún más crítica si consideramos la ausencia de agua potable.¿Podrías sobrevivir al infierno verde? ¿Qué harías si solo tuvieras charcos para abastecerse de agua?





Estreno: 13 de octubre

Para Isabel (que no se llama así en Nivaclé) el entorno, su terruño, el país es —quizá— cuarenta, cuarenta y cinco kilómetros cuadrados; tal vez Neuland a cuatro horas si los caminos dejan; como mucho Filadelfia, a una hora más desde Neuland.

Sus horas —las horas de Isabel— son repeticiones incesantes, nada fáciles, de preguntas sobre la leña, suposiciones sobre el día en que parirá la cabra moteada (del rebaño que es comunitario); o «¿Será que Jacinto (que tampoco se llama así en Nivaclé) traerá pilas? ¿Se habrá acordado el Jacinto de traer las pilas? Cuando llegue, ¿tendrá las pilas el Jacinto?».

La comunidad de Yishinachat huele a palosanto y a polvo. Cerca de las casas, humo frágil de pequeños braseros encendidos en el piso complementan los aromas de tierra adentro: es el Gran Chaco paraguayo. Yishinachat forma parte del departamento de Boquerón, el más grande del país: un tercio del territorio de Paraguay, con tan solo el 2% de la población total. Asunción está tan lejos del paraje como podría estar cualquier otra ciudad del mundo. Isabel nunca llegó más allá de Filadelfia, la capital departamental, y fue allí tres o cuatro veces en toda su vida, ya ni recuerda. Lo que sí recuerda es a los rubios, que andan seguido por la zona.

Los rubios son menonitas, que llegaron allá por 1920 y se ubicaron en el Chaco Boreal, donde instalaron las colonias y sus tres pilares fundamentales: fe / trabajo / unidad / para hacer frente a lo que denominaron «el infierno verde».

El infierno resultó mejor para su economía que Rusia y Alemania, países que se vieron obligados a abandonar. Fueron décadas en las que se consolidaba el modelo de latifundio y Stroessner, presidente de una dictadura que se prolongó treinta y cinco años, repartió entre amigos y contactos enormes superficies de “tierras libres” que hoy explotan con soja. Pero el gran Chaco se lo ofrecieron a los inmigrantes rubios, porque les parecía inútil. En la actualidad, los establecimientos cooperativos menonitas generan el 75% de la producción láctea paraguaya y su ganadería se exporta a los mercados internacionales más exigentes.

La relación entre menonitas e indígenas fue, desde un comienzo, irregular pero pacífica. No obstante, en el ambiente puede percibirse desprecio por los pueblos nativos, a los que se considera el sector social más bajo. Ellos, menonitas, retrato vivo de la bendición del progreso, ven en ellos —los otros— indígenas pobres; a lo sumo —los domingos, post iglesia— pobres indígenas: el evidente retrato del fracaso; un espejo sucio de nosotros —según ellos— si no supiéramos hacer lo que debemos.

Isabel lo sabe, pero tiene otras preocupaciones. Paulina (que tampoco se llama así en Nivaclé) también lo percibe. Es promotora de salud —lo más parecido a un médico, para la comunidad— y lo sabe, lo percibe: para el resto (menonitas, paraguayos, extranjeros o criollos) son el escalón más bajo. Pero no se queja ni se explaya en los agravios, tiene motivos más importantes en los cuales pensar: que los niños tengan completo su registro de vacunas —que lleguen las vacunas—; examinar las casas para ver si hay vinchucas (insectos responsables de la transmisión de la enfermedad de Chagas) —y pedir, por enésima vez, algún compromiso para combatirlas—. En la puerta de la casilla de Isabel veo pegado un viejo papel del Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social en el que se registraron solo dos fumigaciones —de las primeras cinco posibles—, la última visita: 2011.

Paulina también revisa los filtros de agua, elemento imprescindible para la vitalidad comunal, y cuenta que antes de la llegada de los filtros abundaban los casos de diarrea, vómitos, las cefaleas y las infecciones: «porque tomábamos agua contaminada del tajamar; incluso los que teníamos aljibe nos enfermábamos, porque había microbios en el agua».

Para bombear y abastecer con agua del tajamar a una red de 20 grifos, el Servicio Nacional de Saneamiento Ambiental implementó un molino de viento. Actualmente sirve para llevar agua al corral para ganado mayor. La comunidad tiene unas cincuenta cabezas de ganado vacuno y otras cincuenta de caprino. Cultivan en huertos donde producen maíz, poroto, sandía, zapallo, batata, sorgo y melón. Otra parte del ingreso económico lo constituye la caza y el trabajo en las estancias de los vecinos, en las mismas tierras laceradas por alambres de púas que antes supieron desandar sin tener la obligación de pedir permiso.

Tanto en Yishinachat como en el resto de las comunidades de la región, la sombra del hambre amenaza y se empecina con los niños: se estima que la desnutrición crónica afecta a cuatro de cada diez niños/as menores de cinco años. La situación se torna más crítica si consideramos la ausencia de agua potable.

Isabel camina chaco adentro. Lleva un trapo, un recipiente de plástico y un balde de veinte litros en la mano: vamos al tajamar. El Tajamar es como un gran charco en el que Isabel se mete hasta las rodillas; pone el trapo en la boca del balde a modo de filtro y con el recipiente limpia la superficie del lugar donde cargará agua. Me cuenta que es su principal fuente de abastecimiento y que solían tomar esa agua, así, directamente.

Se pone el trapo-filtro enroscado en la cabeza y levanta el balde. Camina de regreso con tanta fuerza como equilibrio; a pesar de su contextura frágil tiene una fuerza extraordinaria. Se lo digo y me dice que no siempre fue así, que antes a penas si se podía el balde y andaba enferma cada dos por tres, y que sus hijos también y los vecinos.

ADRA Paraguay instaló un aljibe de 16.000 litros, además de distribuir 90 filtros bacteriológicos. Diego Dorigo, coordinador del proyecto, los describe como «una tecnología simple, eficaz y de fácil aceptación, tiene bajo costo y es de fácil mantenimiento.» Diego habla con pausa. Es un tipo alto, sencillo, humilde; usa lentes y se mueve tranquilo; es biólogo con maestría en Salud Pública, políticas sanitarias, organización de los servicios y epidemiología con énfasis en enfermedades emergentes; sabe muchísimo. En las comunidades lo aprecian y noto cuánto les alegra volver a verlo. Por la noche, a la luz de un fuego flaco, le pregunto detalles del filtro: está construido a base de barro calcinado, con una mezcla de arcilla y aserrín e impregnado con plata coloidal. El depósito cerámico tiene 25 litros de capacidad y viene con tapa (puede ser de cerámica o de chapa galvanizada) y una canilla, para administrar higiénicamente el agua para tomar. Diego habla técnico, es investigador y científico, pero se esfuerza para que podamos entenderlo: los filtros producen agua de muy buena calidad, reportando —dice reportando— una remoción de turbiedad, bacterias coliformes y otras bacterias como E. Coli,  en un porcentaje cercano al 100%.

El proyecto responde gran parte del problema de dotación de agua potable a corto y mediano plazo, sin necesidad de subsidios permanentes, estimulando actividades productoras, contribuyendo así a revitalizar la región sin dependencias.

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Características del sistema Yambui de filtrado bacteriológico de agua:
El proyecto implementado por ADRA Paraguay tiene la intención de mejorar la calidad de vida de familias de nueve comunidades de la cuenca del Pilcomayo en situación de vulnerabilidad, a través del acceso al agua potable mediante filtros bacteriológicos domésticos, construcción de aljibes comunitarios y el monitoreo de la calidad del agua.
El sistema de filtrado bacteriológico de agua cumple condiciones sanitarias y de facilitación en el transporte a los municipios, su distribución en áreas rurales; el funcionamiento es simple tiene una vida útil de dos años. Es una tecnología apropiada, desarrollada localmente por una empresa social que garantiza la continuidad del servicio. Este tipo de filtro, ha sido sometido a estudios, validaciones y evaluaciones microbiológicas en 11 países y en Paraguay por el Instituto Nacional de Tecnología, Normalización y Metrología (INTN), con resultados excelentes.




Créditos

Idea y realización:  ADRA Sudamérica
Dirección ejecutiva:  Paulo Lópes  |  ADRA Sudamérica
Realización audiovisual:  Bruno Grappa & Migue Roth  |  Angular
Asistencia ejecutiva:  Silvia Tapia Bullón y Juninha Barboza
Banda sonora y producción musical:  Nacho Alberti, Pablo Palumbo & Emanuel Zúñiga Vincent (Grabado y masterizado en DEMO Estudio de grabación)
Fotoperiodismo:  Migue Roth & Bruno Grappa |  Angular
Locución: (español) Javier López Ortega  /  (Portugués) Robson Rocha
Traducciones:  Adriana Oudri, Arlete Vicente e Beatriz Ozorio | IASD DSA
Web Design:  Lean Perrone
Crónicas: Migue Roth | Angular

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